Adecuaciones Curriculares


Según Blanco (2005), las adecuaciones curriculares se entienden como un proceso de toma de decisiones compartido tendiente a ajustar y complementar el currículo común para dar respuesta a las necesidades educativas especiales de los alumnos y lograr su máximo desarrollo personal y social.

Antes de aplicar una adecuación curricular se debe realizar un diagnóstico que incluya las siguientes preguntas:
  • ¿Qué sabe el alumno? Esto implica tomar en cuenta los conocimientos previos del alumno sobre la asignatura en general o la temática a trabajar en particular.
  • ¿Cómo aprende? En este caso nos podemos apoyar en una evaluación psicopedagógica que nos permita conocer en profundidad las fortalezas y debilidades del alumno. Además es importante tomar en cuenta su estilo de aprendizaje, sus experiencias previas de escolarización, qué estimulación tuvo en su hogar, etc.
  • ¿Con qué estrategias de aprendizaje cuenta? Indagar acerca de las técnicas de estudio que utiliza, las estrategias de compensación que puede llegar a poseer, etc., nos brinda la oportunidad de saber con qué herramientas cuenta el alumno y cuáles es necesario enseñarle explícitamente.
  • ¿Cuál es el objetivo de aprendizaje que debe ser jerarquizado? En este sentido, el docente prioriza qué aprendizajes son necesarios que el alumno tenga de acuerdo a lo que se pretende en su egreso escolar, y se adecúa entonces desde la currícula pasando por las evaluaciones hasta los objetivos concretos de cada tarea dentro del aula y fuera de ella.
Más allá de las pautas específicas según las características de aprendizaje del alumno y los resultados del diagnóstico que  mencionábamos anteriormente, existen pautas generales que son útiles para todos los alumnos:

Consigna clara, precisa y escalonada. Confirmar su comprensión.

Estructurar la tarea adecuadamente: formato y nivel.

Preparar y tener presente siempre actividades con mayor o menor dificultad para tiempo extra.

Corregir siempre errores e involucrar a los alumnos en su corrección.

Reforzar positivamente siempre a los alumnos aunque se equivoquen. ¡Alentarlos!

Y lo más importante: CONFIAR EN ELLOS, el vínculo en la relación docente-alumno es fundamental, cuando existe esa confianza de parte del adulto, el niño y el adolescente consiguen superarse.


Blanco, R (2005). “La atención a la diversidad en el aula y las adaptaciones del currículo” En Desarrollo Psicológico y Educación. Madrid: Alianza

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