Dislexia. Una mirada diferente. Entrevista a la Dra. Rufina Pearson.
Entrevista a la Dra. Rufina Pearson sobre Dislexia
Esta es una copia de la nota
publicada en La Nacion Online el día 11 de mayo 2017 por la periodista
Evangelina Himitan. Para ver la nota original haga click en el siguiente
enlace: http://www.lanacion.com.ar/2022800-como-saber-si-tu-hijo-tiene-dislexia
Estrellas
en la tierra es una película india, nominada a los premios Oscars en
2007, que aporta una de las mejores definiciones de la dislexia. Ishaan,
el protagonista, tiene ocho años, es hijo de un exitoso ejecutivo y
vive como una pesadilla su constante fracaso escolar. Una mañana, en el
aula su maestra le exige que lea una página en voz alta. El chico,
después de permanecer en silencio por más de un minuto y ante el
nerviosismo de la docente, contesta: “No sé. Las palabras están
bailando”. Le ocurre lo mismo en cada examen o prueba. Todo le parece
difícil, desde capturar esas letras que se mueven cuando intenta leerlas
hasta sobrellevar el maltrato escolar y el acoso de sus compañeros.
Cuando está sólo, en cambio, vive en un mundo interno rico en
maravillas, tierras mágicas llenas de animales y colores. Un universo
apasionante pero atrapado dentro de él, porque no sabe cómo transmitir.
Decir que “las palabras bailan”, es quizás la mejor forma de explicar
qué es la dislexia. Una tarea a la que Rufina Pearson, psicopedagoga y
magister en educación especial ha dedicado su vida. Investigar,
capacitar, difundir, reconocer son las herramientas de las que se valió
para abordar una condición subdiagnosticada y poco conocida entre los
docentes: esta forma distinta de leer. Hace un mes publicó el libro
“Dislexia”, de editorial Paidós.
-¿Por qué es importante que la persona que tiene dislexia lo sepa pronto?
-El saber en primer lugar libera a la persona de todos los fantasmas de
no ser inteligente, dado que el no poder realizar una tarea en
apariencia tan sencilla como leer fluido, genera frustración y la
sensación de no ser lo suficientemente inteligente, o lo que es peor, de
no serlo. El encontrar la razón a su dificultad lo alivia. En segundo
lugar, le abre la puerta para encontrar la solución a su problema, dado
que luego de años de investigación se sabe la causa y cuál es el camino
para compensar esta dificultad. El acceso a un tratamiento es
fundamental para poder superarlo, y eso ocurre cuando se diagnostica,
porque es entonces cuando se le brindan las estrategias adecuadas que le
ayudarán a salir adelante. En muchos casos pasan años yendo a terapia
por baja autoestima o recibiendo apoyo académico, todas intervenciones
que no apuntan a lo que realmente necesitan que es que se les enseñe a
leer y a procesar información escrita activando áreas cerebrales que son
su fortaleza.
Cuando una persona no sabe que tiene dislexia experimenta fracaso
escolar, académico o laboral, lo cual lo lleva a sentir frustración y a
armar un concepto negativo de sí mismo, lo cual resulta en baja estima y
en muchos casos en conductas que se acercan a la depresión, ansiedad e
incluso fobias. Muchos evitan situaciones académicas. En niños se
detecta por angustia anticipada, indicios de somatización, como dolores
de estómago los domingos antes de iniciar la semana o antes de una
prueba, y hasta pueden desarrollar fobia escolar. Otros, en cambio,
reaccionan de manera opuesta, con alta irritabilidad, enojo y a veces
con problemas de conducta. El no saber qué le ocurre lo aleja de la
posibilidad de no recibir la ayuda que necesita. Cualquier indicio de
dificultad escolar debe llevar al adulto a descartar en primer lugar la
posibilidad de la existencia de una dificultad específica como puede ser
la dislexia.
-¿Qué implica ser disléxico? ¿Cómo afecta el proceso de aprendizaje?
-La dislexia es una condición determinada neurobiológicamente que impacta la zona del cerebro vinculada a los procesos fonológicos y de memoria verbal, y en la cual no se activan las zonas de lectura visual que se asocian a la lectura fluida. Estos procesos cognitivos afectan el aprendizaje de la fluidez en la lectura, es decir, la persona no lee en forma automática, lo cual le genera fatiga y muchas veces termina afectando la comprensión del contenido del texto. Se observa dificultad en el inicio del proceso lector, es decir, en los primeros grados dado que el niño no empieza a leer al ritmo de los demás. Luego no avanza de la misma manera que el resto y ello empieza a afectar el éxito en los aprendizajes. Suele necesitar ayuda para leer textos, tiene errores en la escritura y rinde por debajo de lo esperado en materias básicas como lengua, matemática e inglés. Presentan mala ortografía y tienen dificultad para tareas que implican la memoria verbal, por lo cual se dificulta el aprendizaje de las tablas de multiplicar, de los nombres de los números (en los primeros grados), los meses del año, y de destrezas como el cálculo mental (cuentan con los dedos). Ahora bien, la dislexia implica no sólo una dificultad, sino un desarrollo diferente del cerebro que también se asocia a áreas de fortaleza que otras personas no desarrollan y que las hacen únicas y capaz de destacarse frente a los demás.
-Asegurás que es una “forma diferente de leer”, no una discapacidad ni una patología. ¿Por qué?
Una persona con dislexia tiene una dificultad en la lectura que se da
por un funcionamiento diferente del cerebro, y ese juego de palabras me
pareció muy apropiado para transmitir la idea de que la persona con
dislexia no tiene una discapacidad, es decir, no tiene dañada un área
que resulta irrecuperable, ni tampoco tiene una enfermedad que empieza
en un momento determinado y se agrava o mejora y luego termina. La
dislexia es una condición. La persona nace por determinación genética
con ella y los estudios de neuroimagen muestran cómo el cerebro se
desarrolla y funciona diferente en el acto lector en personas con esta
información genética. El funcionamiento diferente determina que
desarrollen áreas que otras personas no activan y ello es un gran
potencial que luego se ve volcado en destrezas como la alta creatividad.
La persona con dislexia debe saber ante todo cuáles son sus fortalezas,
porque lo necesitará para compensar su dificultad natural para tareas
lectoescritas, y también para entender que todos tenemos más facilidad
para unas cosas y menos para otras. Ello ayudará a una buena
conformación de su autoestima.
-¿Se cura, se corrige o se aprende a vivir con ella?
-La dislexia no se cura porque no es una enfermedad. Más que
corregirse, se “compensa” y se aprende a convivir con ella. No todos
logran el mismo nivel de compensación ni todos aprender a llevarla
sacando provecho de sus aspectos positivos. Ello depende de a qué edad
se detecte, de la ayuda que se reciba y de lo apropiado de la
intervención. Se observan grandes diferencias en personas identificadas
entre los 4 y 7 años en relación a aquellos que son identificados luego
de los 8 ó 9 años. La capacidad de compensación es mayor cuanto antes se
detecte, así como la desafectación o afectación de la estima. Si un
niño cursa su escolaridad con sensación de fracaso, lo más probable es
que desarrolle una baja estima y que esta lo acompañe el resto de su
vida. En cambio, si se detecta en forma temprana, se recibe la ayuda
necesaria, y el niño aprende a entender sus fortalezas y a suplir sus
dificultades aprendiendo estrategias o destrezas que le son brindadas en
el tratamiento, entonces no tiene por qué afectar la autoestima. Las
intervenciones deben apuntar a la enseñanza de la lectura,
principalmente. Según sea la edad, también se enseña la manera de
ayudarse con recursos tecnológicos para asistir en los tiempos de
lectura y escritura. Hoy en día se puede dictar a la computadora y hacer
que la misma lea. Pero esto se implementa solo en situaciones de alta
carga académica, porque una persona con dislexia puede aprender a leer y
a hacerlo con relativa fluidez si se lo detecta en forma temprana y si
se trabaja con un programa de tratamiento con evidencia científica en su
eficacia.
-En ese aprender a
vivir con la dislexia, el cerebro diseña naturalmente vías
compensatorias que terminan desarrollando áreas del cerebro que alguien
sin dislexia no utiliza. Es decir, nuestro cerebro es un centro nervioso
maravilloso, que si encuentra dificultad para procesar información de
una manera, busca la manera de hacerlo por otro lado. Es a lo que se
llama “plasticidad”, el cerebro es nuestro aliado en cuanto nos ofrece
siempre vías alternativas para desarrollar habilidades. Cuando una
persona trae genéticamente la “información de dislexia”, presentará
desde el principio y en todas las situaciones de aprendizaje que
impliquen las destrezas fonológicas o de memoria verbal un
comportamiento o resultado diferente que el resto, principalmente en la
lectura. Ello marcará que la dificultad está presente, pero también se
podrán observar otros mecanismos de aprendizaje que le resultan
eficientes o por los que tiende a inclinarse. En algunos casos será el
mismo niño el que empiece a desarrollar otras vías de aprendizaje, pero
en la gran mayoría necesitarán algún tipo de ayuda para lograrlo.
-¿Una persona puede descubrir su dislexia de grande?
-Muchos adultos no saben que tienen dislexia y terminan enterándose a
través del diagnóstico de sus hijos. En muchos casos tienen una historia
de fracaso académico, de mucho esfuerzo y una sensación interna de que
no son tan inteligentes, incluso cuando sean exitosos en lo laboral.
Pero la dislexia se asocia a un desarrollo mayor en áreas vinculadas con
la imagen, el diseño, la creatividad y el pensamiento paralelo. Ello
suele ser producto de las conexiones neuronales alternativas que buscó
el cerebro para compensar la dificultad. Suelen pensar en imágenes y
ello es muy positivo para carreras y ocupaciones vinculadas con el
marketing, diseño, arquitectura.
-¿Todos los disléxicos bien encausados resultan personas brillantes?
-Se cree que las personas con dislexia son todos genios intelectuales,
pero no es así. Algunos muestran alto desarrollo de destrezas visuales o
zonas de talento que superan lo esperado normalmente. Algunos miden por
encima en tests de inteligencia. Pero la gran mayoría rinde como lo
esperado en pruebas intelectuales. Si el ambiente les permite
desarrollar las áreas en las que naturalmente muestran habilidad,
entonces se destacarán. Y muchos lo logran, y esa manera diferente que
tienen de procesar la información, es la que los hace talentosos, y los
lleva muchas veces a producir ideas novedosas para la sociedad, como
ocurrió con Steven Spielberg, Bill Gates, que han declarado dislexia. A
Einstein se lo tilda muchas veces de disléxico pero un estudio de sus
escritos y sus aprendizajes hecho por la doctora Linda Siegel demostró
que no era dislexia lo que tenía, sino una alta capacidad matemática que
contrastaba. Si empezamos a acompañar a las personas con dislexia desde
edad temprana, seguramente tengamos más talentos que brillen. Porque si
la enseñanza estuviera basada en sus fortalezas (el razonamiento, la
imagen) y no en sus dificultades que son la lectura y la escritura,
estas personas podrían dar lo mejor de sí, que es una manera diferente
no sólo de leer sino de asociar la información y de ver el mundo.
Necesitamos que las personas con dislexia desarrollen todo su potencial
que muchas veces queda escondido porque piensan que no son lo
suficientemente inteligentes y porque no se les dan los medios para
sacar a la luz su singularidad.
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